Denominamos depilatorios a los cosméticos que actúan por medios físicos y destinados a realizar una depilación duradera. Su mecanismo consiste en encerrar el pelo y arrancarlo de raíz, actuando sobre el folículo piloso. Es uno de los métodos más dolorosos, y tiene como ventaja que ralentiza el crecimiento del pelo varias semanas (4-6).
Las ceras depilatorias se han formulado tradicionalmente con cera de abejas y colofonia, en una relación de 20:80. La fracción cérea puede oscilar entre el 32 y el 42%, y sus activos suelen ser cera de abejas, ceresina, cera de carnauba, ceras sintéticas y parafinas sólidas. La fracción resinosa oscila entre el 42 y el 68%. Esta masa depilatoria funde a baja temperatura y se aplica en estado líquido. Al enfriar se endurece y atrapa el vello. Mediante un tirón se separa la masa cérea de la piel, lo que elimina, a su vez, todo el vello. Así se produce la depilación.
Las ceras depilatorias se clasifican en frías, calientes y tibias.
Ceras frías
Se presentan sobre soportes flexibles. Para realizar el arrancado se utilizan esparadrapos o cintas de papel, siempre en dirección contraria al crecimiento del pelo.
Ceras calientes
Son sólidas cuando están frías. Si se calientan a 50 ºC se vuelven viscosas y muy pegajosas.
Al aplicarlas sobre la piel, se adhieren a todo tipo de vello, incluso el corto y sedoso. Como la cera está caliente, el poro se abre y se favorece la eliminación del vello de manera más profunda.
Ceras tibias
Estas ceras presentan un aspecto semisólido a temperatura ambiente. Su punto de fusión se realiza a temperatura corporal (37-38 ºC), con lo que requieren un mínimo calentamiento, por ejemplo, en el microondas. En su formulación incluyen resinas y aceites minerales y vegetales.
La ventaja de las ceras tibias es que, al fundir a temperatura corporal, no producen tanto enrojecimiento cutáneo y se pueden aconsejar en personas con ligeros problemas circulatorios. Además, son solubles en agua y, por tanto, los restos de cera se eliminan fácilmente.